EDITORIAL

Ninguna institución colombiana parece controlar las horribles mentiras, injurias y calumnias que se hacen públicamente a través de los medios y las redes sociales por parte, incluso, de personajes dignatarios. No vaya a ser, que interesa que sea este otro flagelo de los que llegan a Colombia, se quedan, se van convirtiendo en un gran negocio clandestino y prosperan libremente, en tan grandes proporciones, que todos sabemos el mal que hacen a la sociedad, pero nunca se ve una posibilidad contundente para eliminarlos. Porque, como siempre: “…es tarde y es mucha la gente que vive ya de ese flagelo”