EDITORIAL
Aunque medias estúpidas, las marchas presenciales, conocidas como “las de Uribe” y “las de Petro”, venían siendo folclóricas y, no pasaban de lucir variadas y modernas camisetas, tenis, cachuchas y banderas. Una de las marchas, con emocionadas arengas en coro: “fuera Petro”, sin más ni más y la otra, donde el Presidente de la República en discurso público amenaza a la oposición, con “una constituyente”, sin explicar cómo. Bajo este esquema, los caminantes no le hacían tanto daño al país. Por el contrario, enarbolando las banderas, en ambos bandos, se expresaba una especie de amor al país y una satisfacción, ánimo y fiesta, al estilo del jefe promotor de cada bando.
Pero, conservando la misma polarización, se ha originado otro tipo de marcha que sí se debe tener cuidado especial, porque podría llevar al país a una eventual crisis irreparable: se trata de “la marcha digital”, en la cual actúan simultáneamente dos conciertos de grandes medios de comunicación y redes sociales, metiéndole todo el tiempo, la politiquería y el negocio del mundo, y actuando con un fondo destructor y desestabilizador del orden público y de las instituciones de Colombia, haciendo que todo lo que se publique vale y como si la Ley colombiana no tuviera velas en el campo penal digital. Esas marchas las componen dos combos indiscutiblemente beligerantes, semidespersonificados e invisibles. De esta forma, grandes empresarios, políticos, gobernante y exgobernantes se transforman ahora en demonios propagadores del miedo, pánico y terrorismo en todos los sectores de la economía y en las instituciones del Estado, a través de las marchas digitales, así:
POR UN LADO, el mismo combo de los que se manifiestan satisfechos y pretenden dar hasta la vida, para que el Gobierno continúe y para que lo dejen gobernar, amenazando con cárcel a empresarios, exgobernantes y políticos (con nombres propios) y reiterando que la corrupción en Colombia viene desde épocas anteriores y es la hora de acabarla. Y POR EL OTRO LADO, aquellos que no están satisfechos con el Gobierno, y que lo que pretenden es no dejar gobernar, buscar una crisis institucional, sostener que la corrupción está recién llegada y luchar para que el Presidente sea derrotado y puesto preso.
Las actuaciones en la marcha digital son tan peligrosas, que soportados en gustos e intereses personales, con emociones, mentiras, imaginaciones, montajes, calumnias, videos falsos, fake news y especulaciones, procuran darle a entender al pueblo, que disponen del material probatorio que la Justicia no tiene, para proceder de inmediato y sin debidos procesos, a llevar a la cárcel al cabecilla del bando contrario y a los principales “camaradas”. Y lo más grave es que, en conjunto, lo que están confeccionando realmente es un lamentable y claro mensaje al pueblo y al mundo, de que Colombia siempre ha sido manejado por ladrones o asesinos o corruptos, de lado y lado.
Estamos a tiempo, para que la Justicia actúe ante delitos digitales y evite la caída del país al precipicio…