Los medios de comunicación y las redes sociales no se hicieron esperar para salir en la misma forma agresiva como lo hicieron en la segunda vuelta de la campaña para la Presidencia de la República; cuando lograron polarizar y exacerbar los ánimos en el país, arrojando una ligera mayoría de la derecha, pues lo que hicieron fue inyectarle emoción a la jornada electoral, con una buena dosis de pánico y de  suspenso, fenómeno que confundió los gustos y preferencias de la gente que terminaron votando no por un candidato, si no a favor del que menos miedo les generaba.  

Así, con una pelea mediática entre tres movimientos que no suman el 30% del censo electoral, el Centro Democrático (menos del 20 %), Verdes (menos del 10%) y Polo (menos del 3%) del poder político, torcieron el 100% de la opinión del país y eso parece ser la fórmula para cada vez que se viva  una tormenta política.

No es el Castro -chavismo ni tampoco la izquierda democrática los que ponen a tambalear un gobierno; son la cantidad de directorios o movimientos políticos de derecha y el egoísmo y desunión que reina entre ellos, con intereses propios y ajenos al gobierno, dejando percibir cierta debilidad del gobernante de turno y masificando la sicosis de que hay otros que quieren desestabilizar la democracia: ¡ ojo, ahí viene el chucho…!

La distribución política existente en Colombia es  la que nos  lleva a un paroxismo crónico contra nuestro sistema democrático, ya que todos los grupos son minorías. La dirigencia política optó por distribuirse el país entre 13 partidos, individualmente débiles, minoritarios y con una buena dosis de caudillismo, unas especies de micro empresas familiares, todos con la esperanza de adherirse en última instancia al que va a ganar para tener acceso a las frugales porciones de mermelada, traducida en empleos y contratos millonarios.

Los partidos minoritarios, que individualmente no tienen ninguna fuerza ni injerencia para acceder al poder o, a cargos de representación, aprovechan las segundas vueltas para cotizarse, usufructuando el desespero y nerviosismo de los aspirantes para recibir toda clase de promesas o favores; en el mejor de los casos el ganador llega  con menos del 20% votos, que es lo máximo que normalmente representa un partido político en Colombia.

Y peor aún, el que llega, busca armar su gabinete, como si ese 51 % que le dio el triunfo hubiese sido fruto de su propio esfuerzo y muchas veces desconoce los apoyos y el aíre recibidos de otros dirigentes y colectividades.

De ahí en adelante, todo camino es precario y cualquier actuación gubernamental es sospechosa de corrupción, en el sentido de que a toda iniciativa, Ley o Decreto le antecede un proceso de negociación lenta, perniciosa, maliciosa y burocrática (léase aunque no guste mucho: “dosis de mermelada”), que permita obtener los apoyos necesarios para sacar adelante cualquier iniciativa.

En esas circunstancias, cada que un viento político sopla, no tarda la costosa, vulgar, beligerante y vergonzosa reacción de medios y redes sociales, haciéndole creer al país, por un lado, que se lo comerá  “el chucho” representado en la izquierda, el Castro chavismo y el comunismo y por el otro, que la corrupción de quienes están en el poder “terminarán merendándose el país”, por lo que se debe neutralizar. Y en esa pasión lo único que logran es polarizar el país y crear una grande y bondadosa burbuja en torno a la oposición que tanto aborrecen.

Si lo que Colombia quiere, es un país con un sistema de gobierno fuerte y estable, los partidos políticos no pueden seguir siendo mesas de negocios, en espera de mermeladas pues, en esa medida, la corrupción política y la desconfianza continuarán desequilibrando las bases del sistema.

El ambiente de egoísmo y de cada partido tirando para su lado, aguó las proporciones, dando origen a un espejo o burbuja donde se iguala lo inigualable: derecha contra izquierda e izquierda contra derecha,

Hoy los 5 partidos que representan la derecha, están  muertos del miedo, que el actual sistema  del cual se han usufructuado por décadas se les esté desmoronando al frente de sus propios ojos. El sistema que nos rige lo han dejado agotar por su egoísmo, por la corrupción, por lo inequitativo, desigual e injusto y porque la dirigencia no han estado a la altura de las circunstancias y del clamor de una comunidad que cada día es más consciente que es la hora para despertar y de exigir sus verdaderos derechos.

La culpa no es de una persona ni de un partido sino de todos los colombianos, especialmente de nuestros dirigentes,  políticos y empresarios que su incapacidad y sus intereses  personales no han cuidado el entorno y pensaron que su estado de confort les iba a durar toda la vida. El tiempo se agota, recuperarlo va a ser muy difícil, primaron los despropósitos, la angurria, los intereses personales que el bienestar general.

Si los grupos políticos de derecha quieren recuperar el espacio perdido y se ponen la mano en el corazón y son conscientes de la caótica realidad social por la que atraviesa el país, y se  unieran alrededor de unos acuerdos programáticos de tinte social y de equidad para el bien general, la situación podría cambiar, pues los partidos que conforman la derecha tienen una fuerza invencible del 84.76 % del electorado, sin sumarle lo que le corresponda del  5.73 % que representan los otros seis partidos diferentes al Polo Democrático y Alianza Verde y la franja de indecisos, los resultados podrían variar la eventual  caída en picada de nuestra actual democracia.  

Si a la derecha realmente le interesa mantener la estabilidad de nuestro sistema democrático, no tienen necesidad de sacar comunicados ni acudir agresivamente a través de las redes sociales en contra de las minorías.  La única forma de estabilizar la nación, es estar realmente unidos, procurando acuerdos de gobernanza y provistos de la mayor ética y transparencia; dejando a un lado la reiterada costumbre de llegar al poder a enriquecerse o llenar los bolsillos de sus amigos, lo que ha hastiado hasta la coronilla al pueblo colombiano. Y ¡se acaba la joda!.

2 Comentarios

  1. El presente artículo nos lleva a reflexionar al ciudadano común, de que es urgente la Educación política y ciudadana, que busquemos entre todas y todos la unidad para construir el pais que deseamos para el
    bien comun.

  2. Muy bonito este artículo y me parece muy necesario en estos tiempos de crisis. Los partidos políticos nos protegen de los individualismos e intereses personales porque cada integrante al inscribirse dentro de un partido se controla porque el partido y su ideología lo controla ideológicamente. Los seres humanos podemos en un momento dado caer en la tentación de poner por encima el interés personal por encima de la ideología y por eso es tan importante estar sometidos a un partido político que estudie e investigue sistemáticamente los diferentes aspectos sociales y políticos de la sociedad y solo estudiando se convierten en verdaderos mediadores entre el Estado y la sociedad. Necesitamos partidos políticos, si señor.

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