La llegada del Covid – 19 ha sido una hecatombe para Colombia. Sí. Pero, por una hecatombe, como muchas que nos han ocurrido en nuestra historia, el país no se puede apagar en lo demás, porque un país no es algo que pueda pararse porque alguien diga que paren.

Hoy, en este Estado de Emergencia, la primera sensación es que tenemos un Presidente Covid – 19 muy activo pero, para lo que no sea Coronavirus, el país se quedó sin Presidente. La otra sensación es que nos quedamos sin Congreso, sin participación ciudadana y sin organismos nacionales necesarios para garantizar la legalidad y la justicia social de los actos del gobierno.  Así, hoy es lo mismo que las sesiones del Congreso tengan que ser virtuales o presenciales o que nunca más se reúnan. De cualquier forma, ya no hacen quorum, porque poco necesitan hacer allí. Para qué, dirán los Congresistas, si el Presidente es quien expide y firma los decretos del día –  día.

Titánica será la recuperación económica de lo que se ha perdido en apuradas destinaciones de recursos del erario público a los bancos, Finagro, fondos privados y empresas privadas del país, ajenas a las acciones que previenen o aportan a la confrontación de la pandemia. Pero igual o mucho más difícil se irá haciendo con el tiempo la recuperación de la institucional del Estado donde, por ejemplo, la Corte Suprema de Justicia y los Ministerios se dan el lujo de cerrar, ante la primera señal de contagio; los juzgados estuvieron parados hasta el 1 de julio; los gobernadores y alcaldes han perdido todo su vuelo y autonomía y hoy se ven como simples televidentes, atentos al programa diario del Presidente, para ver por televisión lo que les toca hacer, en la noche o el día siguiente, en materia de reglamentación y cumplimiento de los cinco decretos que en cada programa diario se anuncien.

De igual forma, la sensación es que Colombia se paró: los colombianos nos paramos, para ponernos todos a disposición y espera de la interpretación que se de en cada departamento o municipio o corregimiento, para saber cómo movernos cada noche o día siguiente, o de qué manera, con qué turno y hasta dónde podremos ir.

Hay que tratar de solucionar o convivir con el virus, sí. Pero sin que se afecte por tanto tiempo (4 meses) la libertad de la gente y sin dejar de gobernar el resto de circunstancias y problemas que se dan acumulativamente en el país y que son necesarios para el  progreso de las regiones.

Hoy en Colombia, no hay nada que supere la importancia y prioridad del Covid -19, incluso, la misma política ha pasado a otros planos. Y, hasta los grandes flagelos de Colombia dejaron de ser prioridades para el gobierno, donde todo parece dar espera.

Al Presidente, a ratos se le ve como si se le hubiera aparecido el virus de las oportunidades para lograr hacer, de manera sencilla, pacífica, sin tanto riesgo y como por arte de magia, una dictadura silenciosa e inocua, que le permite gobernar sin que nadie se meta en sus asuntos. Un estado de comodidad que cualquiera en su lugar y condiciones quisiera que dure hasta que se cumplan los dos años que le faltan. Sí. Pero ¿a qué costo?, ¿a cambio de qué?, y, entre tanto, ¿qué?

En este momento y en este estado de des-institucionalidad, no es claro a quién le corresponde. Pero a quien le corresponda, el Decreto de la Emergencia Económica, Social y Ecológica debería llamarse ya al banquillo. Para verificarlo y validarlo. Para definirlo y ponerle límites en alcances, en tiempo de vigencia y en competencias, pues, de otra forma, se degeneraría la función social de la misma Presidencia, del Congreso, de las altas cortes y de muchas otras instituciones estatales que hoy no tienen cabida en los decretos de la emergencia.

1 Comentario

  1. Es cierto este artículo, creo que el país debe bregar a seguir una “normalidad” en eso debemos educarnos, es la única manera de evitar que se caiga lo que podamos evitar que se caiga, debemos evitar que se caiga la infraestructura del país…está duro, nos toca trabajar a todos mas que nunca, dándole, sin parar, como si fuéramos a salvarlo todo, aunque sabemos que no salvaremos todo, debemos actuar como si realmente lo pudiéramos lograr, toca trabajar en estrategias para que las instituciones de gobierno estén presentes, porque entre miedo y caos, uno se aferra es a ver que todo a pesar de la locura sigue caminando y que el aparato estata sigue para adelante…

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