El problema de Colombia no es la pobreza: es la riqueza que genera la ilegalidad

A los colombianos nos tienen convencidos de que la pobreza es el gran problema del país. Y, en busca de una solución al problema de la pobreza, el país político se polarizó: unos, de derecha, creen que el problema se soluciona eliminando a los guerrilleros; otros, de la izquierda, solucionarían todo eliminando al paramilitarismo. Y nada de eso va a ocurrir, gracias a Dios, porque si ocurriese, el futuro esperado sería convivir con el grupo que quede vivo, protegiéndolo ya, como obligación patriótica.

El problema real en Colombia no es la pobreza, sino la ausencia de un control eficaz frente a la ilegalidad. Inmensurables e incontabilizables son las riquezas que ofrecen y están generando las actividades ilegales y la facilidad y naturalidad de quienes están metidos allí para desempeñarse y enriquecerse en ella.

Las actividades ilegales nutren e inmortalizan a los grandes flagelos de mafias, terrorismo y corrupción de Colombia. Las riquezas que produce la ilegalidad es el problema de fondo de Colombia. Lo ilegal da tanto que alcanza para pagar lo que la legalidad exija.

Mientras convivamos con una ilegalidad tan asombrosa como la que se da en estos momentos, en Colombia nada funcionará bien, porque, ante la ausencia de un control eficaz de la ilegalidad, lo que está ocurriendo es que ante cada proceso legal e institucional, paralelamente se está dando otro ilegal y particular. Vergonzoso que hasta las más altas dignidades de Colombia resumen la situación en una frase: Hecha la ley hecha la trampa.

Lo grave es que las prácticas que nacen ilegales nunca entrarán a la legalidad. Pero, las legales sí son permanentemente objeto de ilegalidad, porque con la ilegalidad todo parece ser más fácil, más rentable y más rápido. Claro: porque en ese campo nada está sometido a un debido proceso.

Podría definirse la ilegalidad como toda aquella práctica no registrable, que se hace con fines malignos o de enriquecimiento fácil y rápido, bajo la conciencia plena de que si la Ley lo sorprende, con seguridad lo condenará.

Bajo esta definición, tan ilegal es el ilegal, como aquellos que solicitan o reciben o  pagan por su actividad. También, que tanto el ilegal como su mercado (gente que le compra, que le acepta, que hace lo que le pide) conforman un clan, donde da lo mismo que en el país existan o no mafias, guerrillas, narcotraficantes, terrorismo, contrabando, robos, asesinatos, etc.,  porque, con el apoyo del clan de lo ilegal, todos están haciendo parte de la cadena de los grandes e indeseables flagelos existentes en el país.

Así, son fuentes de riqueza ilegal, entre muchas otras: la minería ilegal, el contrabando, el boleteo, el cultivo de coca, la extorsión, el hurto, el robo, la especulación, la posición dominante en venta de bienes y servicios de primera necesidad, el comercio ilegal, las grandes donaciones a campañas de elección popular, la corrupción estatal entre funcionarios y particulares, la evasión, el tráfico de influencias, las actuaciones incompatibles, las actuaciones estando en inhabilidad y, en general, todo lo que se hace con la conciencia plena de que si la Ley lo sorprende, lo condena.

Si todo se moviera por la línea de la legalidad, serían muy pocos y muy fáciles de resolver los problemas que le quedan a Colombia por solucionar.