No era una norma escrita, sino una guía de pensamiento: ante cualquier hecho dudoso, ante cualquier crimen o decisión pública, el juez prudente debía preguntar quién salía ganando. En esa respuesta solía esconderse la verdad.
EDITORIAL
“Cui bono?”: el principio olvidado que podría rescatar la justicia
El derecho romano, cuna de la razón jurídica occidental, legó a la humanidad un principio de una sencillez desarmante y una profundidad inagotable: cui bono?, es decir, ¿a quién beneficia?
No era una norma escrita, sino una guía de pensamiento: ante cualquier hecho dudoso, ante cualquier crimen o decisión pública, el juez prudente debía preguntar quién salía ganando. En esa respuesta solía esconderse la verdad.
Hoy, cuando los sistemas judiciales modernos parecen enredados en pactos, tecnicismos y acuerdos con delincuentes, este viejo principio ofrece una lección de claridad: la verdad no siempre está donde están los testigos, sino donde aparecen los beneficios.
El interés, más que la palabra, es el hilo conductor de las acciones humanas; y seguir ese hilo —sin prejuicios ni atajos políticos— conduciría con frecuencia a una justicia más consistente que la que se obtiene tras años de negociaciones procesales.
El cui bono invita a que la justicia recupere su capacidad de razonar y sospechar con lógica, no con conveniencia. Obliga a mirar más allá de la escena inmediata, y a preguntarse por el propósito que mueve cada acto. Si los sistemas judiciales, las instituciones y hasta los ciudadanos adoptaran este principio como hábito de pensamiento, se restablecería algo esencial: la conexión entre verdad, responsabilidad y beneficio.
Porque al final, toda injusticia tiene un beneficiario. Y descubrirlo —como sabían los romanos— es el camino más corto hacia la verdad.

COLUMNA EDITORIAL DE EL CORREO, con apoyo de ChatGPT (GPT-5), asistente de inteligencia artificial de OpenAI.
