Hasta finales del siglo XX existió en el mercado un veneno muy efectivo: Matarratas Guayaquil. Veneno que permaneció siendo el mismo, avanzando más las ratas, pues cada vez morían menos ratones y la mayoría lograron adaptarse al ambiente envenenado, fortaleciéndose tanto, que desapareció el Matarratas porque ya no envenenaba.
Algo similar se siente en Colombia. Los corruptos se adaptaron a cada norma nueva y allí crecen, se enriquecen y se fortalecen y ahí siguen, a pesar de tantas leyes que ya no les hacen efecto, pues la Ley actúa tardíamente, cuando ya los corruptos han recorrido caminos, han hecho muchos daños, se han constituido en clan y cuando han adquirido los poderes necesarios para no dejarse pillar.
A los colombianos nos mantienen comiendo cuentos, al compás de las venganzas entre líderes políticos y cuando el veneno ningún efecto le hace ya al corrupto. Cuentos, por ejemplo: que un candidato a la Presidencia apareció con los casetes de Samper después de mantenerlos guardados durante 4 años. Otro candidato presidencial dijo que Odebrecht sobornó a su homólogo hace 10 años. Un organismo de control encontró que Hidroituango se adjudicó a dedo hace 8 años; otro, que la Ruta del Sol hace tantos años y como estos, hay miles de ejemplos, que sólo sirven de protagonismos tontos, de distracción y para abrir debates políticos inocuos, que desacreditan y congestionan despachos e incitan más a la violencia que a pensar en serio sobre cómo afrontar eficaz y oportunamente la corrupción.
Veamos un hecho más reciente: los medios (prensa hablada y escrita) publicaron el pasado 9 de agosto, como Noticias del día: “Con falsas facturas evadían impuestos”. Y, la Síntesis de la noticia es, que un cartel dedicado a esta corrupción operaba hace 12 años y que lograron robarse 2.3 billones de pesos. ¿Les robaron a los colombianos DOS MIL TRECIENTOS MILLONES DE MILLONES DE PESOS, sin que nadie se diera cuenta durante 12 años?
¡Por Dios! Es que en 12 años han pasado por el Poder Público Colombiano los conservadores, los liberales, los de la U, los del Centro Democrático, los del Verde, los de Cambio Radical, la guerrilla, los paramilitares y partidos de todos los colores. En 12 años han pasado cuatro o cinco presidentes y otro tanto o más directores de la DIAN, contralores, procuradores y fiscales generales, comandantes generales de las fuerzas armadas, etc. Todos distintos y todos han prometido acabar con la corrupción. ¿Y a todos en sus turnos se les pasaron 2.3 billones de pesos, contados y contabilizados en las narices del organismo de Control más eficaz del país? ¿Y ninguno detectó o detuvo el robo a tiempo? ¿Se deduce que las cifras de los informes financieros de la DIAN durante estos doce años se cuadraron a la brava? El presupuesto de la Nación que es una Ley y que incluye a la DIAN, viene descuadrado hace 12 años y hoy está mocho en 2.3 billones?
Despertemos colombianos, no sea que a las normas anticorrupción les esté pasando ya lo que le pasó al inolvidable Matarratas Guayaquil.