Claudia Polanco Yermanos

Cali (Colombia), 13 sep (EFE).- La colombiana Yady Fernández, quien fue atropellada el 16 de febrero de 2014 por un conductor ebrio en la ciudad ecuatoriana de Guayaquil cuando era una destacada futbolista, es hoy un ejemplo de resiliencia gracias a la perseverancia, el deporte y la educación, que han sido sus tres claves para seguir adelante.

Fernández, quien ahora es ciclista paralímpica, dijo a Efe que fue el deporte el que cambió su vida de “mil maneras” al darle la fortaleza que necesitó para superar el trauma que le ocasionó la muerte del primo con el que viajaba en una motocicleta el día del accidente y ver amputada su pierna izquierda.

“Ahora tengo disciplina, fe y ganas de vivir y eso fue gracias al deporte”, comentó la exintegrante de la selección colombiana de fútbol femenino y exjugadora del club Unión Deportiva Achamán de Gran Canarias (España).

En el “Foro Internacional sobre Inclusión y Equidad en la Educación-Todas y Todos los Estudiantes Cuentan”, organizado por la Unesco, el Ministerio de Educación de Colombia y la Alcaldía de la ciudad colombiana de Cali, la joven contó su historia.

Fernández nació en Palmira, en el departamento del Valle del Cauca, el 13 de marzo de 1992 y a los 12 años se fue a vivir con su madre a las Islas Canarias.

Allí se “enamoró” del fútbol y empezó a jugar en el club Deportivo Achamán, con el que llegó a la Liga Nacional de España.

Gracias a esa trayectoria y al potencial que veían los entrenadores en ella fue convocada a la selección colombiana femenina pero fue entonces que llegó la tragedia.

A pesar del dolor físico y emocional y de la incertidumbre sobre su futuro, Fernández se sobrepuso con el tiempo y optó por el ciclismo.

“Uno puede permitirse estar triste a veces, pero siempre hay que levantar la cabeza y ser fuerte”, comentó.

En el foro, en donde se abordó la necesidad de que las personas con discapacidad tengan también la oportunidad de asistir a la escuela en igualdad de condiciones, Fernández dijo que “la inclusión es algo importante” porque “saca a la gente del estado de oscuridad en el que puede estar”.

Precisamente, en un documento elaborado por la organización benéfica Leonard Cheshire, del Reino Unido, que se discutió en el evento en Cali que terminó este viernes, se señaló que la Declaración de Salamanca (1994) fue la primera en cuestionar en el mundo “la contundente idea, ampliamente arraigada, de que los niños con necesidades educativas especiales no pertenecen a la educación regular o los sistemas de enseñanza general”.

En el texto, titulado “Educación inclusiva para personas con discapacidades: ¿estamos logrando avances?”, se enfatizó en que “las escuelas ordinarias representan el medio más eficaz para combatir las actitudes discriminatorias”.

Aunque la deportista, que hace parte de la selección de ciclismo paralímpico del departamento de Valle del Cauca aseguró no haberse sentido discriminada hasta el momento, reconoce que otras personas con su condición no han tenido la misma suerte.

“Mi plan a futuro es estudiar trabajo social y ayudar a quienes tienen dificultades como aquellas por las que yo pasé”, sostuvo la deportista para la que es fundamental “buscar la manera de salir adelante” porque es “tonto encerrarse en un vasito y ahogarse en él”.

Fernández, que ahora entrena con la ilusión de hacer parte de la selección colombiana de ciclismo paralímpico, sigue “buscando opciones y tocando puertas” para generar un cambio.

Y es que, según se dio a conocer en el foro, 10 años después de la aprobación de la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad hay preocupación en el mundo por la persistencia de situaciones que las privan de la educación, las mantienen aisladas de sus compañeros de clase o les ofrecen una capacitación de menor calidad negándoles así la oportunidad de mostrar todo su potencial. EFE