Por: LUIS ALFONSO PEREZ PUERTA

Hoy es el aniversario. Y yo, vagaba cabizbajo por las calles del barrio donde vivía, divagando sobre mi existencia. Sí, hace un año, mi padre fue asesinado de manera absurda por no dejarse robar el reloj….

¡Según testigos y una noticia breve en un periódico local!

Después de caminar sesenta minutos, llegué a la biblioteca y me dirigí hacia donde estaban los libros de literatura. Era como un laberinto este largo pasillo entre dos estantes, iba como mareado, como si estuviera ebrio, y como para no caerme, apoyé una mano en el lomo de cualquier libro. No sé cuál mano ni cual libro… Tal vez, por instinto extraje uno de tantos… ¿cuál…?  Y fui rápido a la mesa más cercana, me senté y abrí el ejemplar en la última página de la primera parte de una novela…. ¿Cuál? Al azar elegí este libro y así mismo llegué a la frase final:

Y era como cuatro breves golpes que daba en la puerta de la desgracia.” El Extranjero, del autor francés Albert Camus. ¿Qué? Según unos testigos invisibles y la noticia breve, así mataron a mi padre por no dejarse robar un reloj. ¿Cómo? “Cuatro breves golpes” O solo uno, tal vez cuatro, no sé. ¿Para qué tanto ruido? Cual extranjero en este valle.

De una manera absurda y… ¿al azar? No lo sé, posiblemente, quién sabe, así vagaba mi existencia entre dos columnas de estantes con libros de literatura. Releo esta novela desde la primera página. Laberinto de preguntas. Es la tercera vez que leo este relato. Acabé la primera parte y decidí escribir esta experiencia y comencé a sentirme un poco mejor. ¿Para qué escribir? Es posible perdonar a los asesinos de mi padre. “Humano, demasiado humano”, de Federico Nietzsche.

Leer y escribir, la medicina que me alivia. Escribir hasta el último aliento. Así vaga mi existencia a través de un laberinto entre anaqueles de biblioteca… ¿Al azar? La respuesta se encuentra en una nota breve publicada en un periódico local. Una existencia que se esfuma en la nada, o quién sabe…