CORTOMETRAJE

 ¿Qué hubo hombre?  ¿Por qué estas bebiendo hoy?

No. ¡No te entiendo la pregunta hombre..!. Y, en vos tan alta, hombre… Mirá como toda la gente nos está mirando y todos están en función de mi respuesta hombre. Ya me hiciste quedar en ridículo.

Pero te respondo con otra pregunta y, esta vez, te la haré también en voz alta, para que todos los que escucharon tu pregunta, escuchen la mía también y no exista motivo para que les quede el cuento a medias:

¿Acaso uno tiene que tener una razón para beber…?  Yo, personalmente, la única razón que tengo, no sólo para beber sino para hacer lo que me da la gana, es porque, precisamente, me da la gana. Yo bebo, cada que me da la gana, en donde me da la gana y como me dé la gana.

Te hago claridad en esto, porque han sido varias las veces en que te veo preocupado, cada que pasás y me ves. Doy gracias a Dios, que nunca bebo con la plata tuya. Doy gracias a Dios, que vos nunca fuiste ni serás mi jefe, ni mi patrón, ni mi padre, ni nadie que tenga que fiscalizar el dinero que me gasto ni lo que hago.

A veces pienso, que la pregunta que vos me hacés es sólo para ver si te invito a que te sentés conmigo y te pongás a pedir trago, hasta emborracharte e irte. Irte, lógicamente, sin pagar. Porque toda persona que pregunta a otro, en el lugar y el preciso momento de estar bebiendo, “por qué estás bebiendo”, generalmente es una persona metida, chismosa, vaga y gorrera. Por eso, después de escucharte ese tipo de saludito preguntado,  nunca te he señalado siquiera el taburete para que te sentés. Porque sé que te sentás.

Es más, resolví, como me ves ahora, sentarme en mesas que sólo tengan dos sillas: Una para mí y otra para mis papeles. Por si me da la gana de escribir o por si me da la gana de leer, o por si me da la gana de no leer ni de no escribir.

Bueno, pero que pena con vos hombre: Te estoy quitando tiempo con mi repelencia y con mi filosofía. Es mejor que sigás tu camino. No te entretengás con borrachos hablantinosos y amarrados, como yo. Si solito bebo solito quiero estar y si estoy solito, es porque bebo solito. ¡Y Chao…!

Ve hombre: Te saludé, no para pegarme de tus tragos ni de tu cuenta. Te saludé, porque cuando yo pasaba, vos me miraste y me levantaste las cejas. Pensé que las levantabas para saludarme, pero ahora que te miro de cerca, veo que levantás las cejas y cerrás los ojos, al compás del hipo de tu borrachera.

Hace un mes, cuando estabas en el bar de los Tamayo, al frente de mi fábrica, llorabas y decías en voz alta, que beberías toda esa noche, porque la situación de injusticia del país estaba muy jodida y que nadie parecía estar trabajando a favor de los pobres.

Hace veinte días, yo estaba sentado, comiendo papas rellenas en la cantina de Leo, y vos, vos, por la ventanita, bebías parado y gritabas que, si veían a Tiro Fijo, le dijeran que vos te estarías parado allí, hasta que él le diera por pasar, para echarle manos de las jíqueras, porque había engañado a Pastrana.

Hace quince días, entré a comprar chocolate para mi casa y te encontré aquí mismo y, gritabas a toda voz, que bebías porque el sindicato antioqueño le había robado a Medellín, las empresas públicas.

Hace ocho días, cuando yo compraba pescado en la plaza de la América, estabas sentado en el bar del frente de la plaza y decías en vos alta, que bebías, porque el salario mínimo fue lo que menos subió en el 2005 y que le ibas a demostrar al Presidente, que los obreros de Colombia eran más verracos y nobles que los mismos paramilitares.

Y hoy, te veo en silencio, entonces, como no tenemos nada de qué hablar, ni hemos sido tan amigos, me dio por preguntarte, por qué estás bebiendo hoy y mirá con la cantaleta que me salís, borracho de mierda.

Precisamente hombre, Llegaste al punto donde quería que llegaras: no somos tan amigos y, con lo de la mierda, me parece que te estás tocando a vos mismo:

Por qué no mencionaste nuestro encuentro de hace tres meses, ni hace dos meses, ni hace un mes, ni el de hace tres semanas, ni hace mes y una semana, sabiendo que cada uno de esos días me viste también. Porque en esas oportunidades, sin conocerme y estando yo en completo silencio, me hiciste la misma pregunta y nunca te la respondí. (¿Por qué estás bebiendo hoy..?) ¡Y yo callado…!

Entonces, las últimas veces que me has visto y que decías que yo gritaba, lo hacía, precisamente, porque yo te veía primero y sabía que me ibas a preguntar, por qué estaba bebiendo ese día. Yo te veía de lejos. Y yo gritaba, precisamente para que vos escucharas. Pero, cuando te montabas y te ibas en el bus de tu fábrica, o cuando te comías la papa rellena y te ibas, o cuando ibas a tu casa corriendo, por temor al olor del pescado que comprabas, o, en fin, cuando te empacaban dos pastas de chocolate y salías a llevárselo a tu mujer, yo me quedaba en silencio, bebiendo callado, como quisiera estar hoy en esta escena de borrachera y en todas las escenas de borracheras que quiera hacer en mi vida. ¿entendés? Lo que decía, lo decía porque sé que te mantenés harto con los gobernantes defensores de los ricos de hoy y, yo gritaba, para que no me hicieras esa pregunta tan pendeja que te gusta hacer. 

Ah: Y, sobre el levantar de mis cejas y el hipo que creés que tengo, aquí no hay tal. Cuando te vi, simplemente pensaba y me quejaba para mis adentros: Ahí viene otra vez este preguntón igualado, que lo veo por todas partes. Lógico que cuando uno piensa algo así y está solo, en un lugar público, lo mínimo que se le tiene que mover a uno, inconscientemente, son las cejas y los brazos. Y cuando te acercaste, pensé, que la única manera de hablarte, de una vez por todas y sinceramente, era haciéndome el borracho. Por eso te hice pensar que tenía hipo. Pero mirá mi vaso: me estoy tomando una bretaña y eso, o un simple jugo sin azúcar,  es lo que tomo en todas las partes donde me has visto. Yo soy diabético, hace veintiséis años. Correte para allá, yo cojo mis papeles de la silla. Si te querés quedar, quedate aquí y te sentás, pero vos solo, porque yo me voy ya. Otro día te cuento mi historia.

Ah….: Y tranquilo: La bretaña ya estaba paga. Siempre pago por anticipado, para irme cuando me dé la gana.

MPG – 18 enero de 2006

Imagen meramente decorativa, tomada de la página webhttps://www.google.com/search?rlz=1C1UUXU_esCO949CO949&sxsrf=ALiCzsaRY3NkDTE3KaY2VBNemErRZVousw:1672764365637&source=univ&tbm=isch&q=fotos+de+borrachos+gratuita&fir=zAvL7eVZccmSdM%252CLdBxWkSu8gXrIM%252C_%253B8ScDR-OWdSRl0M%252CLdBxWkSu8gXrIM%252C_%253B0LACAuXgSDR-ZM%252CFGtOWd0DnBIaIM%252C_%253BVfVmJmjxwIiaqM%252C0G4YMskp18fXsM%252C_%253Btmxtjhu1K5rqzM%252CLdBxWkSu8gXrIM%252C_%253BjLH28umsP4qtZM%252CtfHN5Gk1SahZiM%252C_%253Bo8nJ7TfnyGiUqM%252CPyJG4Ip7qzxZhM%252C_%253BoKSh78Zm00AVbM%252C8UxQ2Lt95o79ZM%252C_%253BwYUfAZvM5TCheM%252CFGtOWd0DnBIaIM%252C_%253BK9sjHxsnjT-f3M%252CFGtOWd0DnBIaIM%252C_&usg=AI4_-kQ0vNziMiV5GCS84irioNWGYwtimA&sa=X&ved=2ahUKEwiQ47nu7Kv8AhU6QjABHZOGCHUQ7Al6BAgLEDI&biw=1920&bih=937&dpr=1