Jorge Gil Ángel
Bogotá, 15 sep (EFE).- La escritora española Paloma Sánchez-Garnica reivindica en su nueva novela a las mujeres científicas a través de Sofía, un personaje inspirado en la bioquímica Margarita Salas, que rompió “la estructura de lo que era normal” en el siglo XX y se dedicó a la investigación.
“Me inspiré en una científica que vive todavía: Margarita Salas. Era discípula de Severo Ochoa (Nobel de Medicina de 1959). Esa mujer tiene ochenta años, va todos los días a su laboratorio pese a que se jubiló”, afirma Sánchez-Garnica en una entrevista con Efe en Bogotá, donde presentó “La sospecha de Sofía” (Planeta).
La escritora, nacida en Madrid en 1962, valora lo que hace la científica, que aún sigue preparando doctorandos y “tiene una cabeza extraordinaria”.
“Ella tenía, un poco como Sofía, un padre muy liberal, con una cabeza muy bien puesta sobre los hombros y que pensaba que una mujer, al igual que un hombre (…) tenía que educarse para poder conseguir ser libre e independiente”, añade.
Sánchez-Garnica se entrevistó con Salas para conocerla mejor y fue en esa conversación que la científica le confesó que su caso es “una anomalía” para lo que era el papel de la mujer a mediados del siglo pasado.
“Se fue a Nueva York, hizo su doctorado, y ella me decía que era una anomalía porque decía que las mujeres estudiaban en esa época, pues en su orla había un tercio de mujeres que se licenciaron en Química, pero luego no ejercían, se quedaban en su casa. En el momento en el que se casaban, no trabajaban, no desarrollaban su talento”, detalla.
Es por ello que considera clave que Salas -cuyas décadas de estudio la llevaron a descubrir la ADN polimerasa Phi29, una enzima muy importante por su capacidad para producir copias genéticas de forma precisa partiendo de rastros escasos- hubiera tenido como esposo a Eladio Viñuela, “un científico que entendía perfectamente su pasión”.
“Cuando volvieron a España, en el año 68, a ella en el laboratorio se dirigían como ‘la mujer de Eladio'” y éste “lo que hizo fue retirarse de ese trabajo y dejarla a ella al frente, de tal forma que no tuvieron más remedio todos los que estaban por debajo que dirigirse a ella como ‘la directora del laboratorio'”, añade.
Sánchez-Garnica desarrolla la historia de “La sospecha de Sofía” en tres escenarios: la Berlín divida por el Muro, la agitada París de las protestas de mayo de 1968 y la Madrid de la segunda mitad del siglo XX.
“Tenía claro desde el momento del inicio de la novela que quería salir del Madrid muy cómodo para mí, que había estado en las anteriores novelas”, afirma.
Por ello le pareció interesante también “sacar esa Berlín del Muro, del Stasi (Ministerio para la Seguridad del Estado), esa Berlín un poco desconocida, pues a pesar de que se haya hablado mucho, se desconoce mucho también por lo que guardan las dictaduras”.
“Y luego ese mayo del 68, del París revolucionario” porque considera que hacer transitar sus personajes por esos espacios le ayuda “a comprender esa época histórica mucho más”.
Para detallar cómo eran esas ciudades hace medio siglo la escritora se documentó con novelas, ensayos, películas e historias y recurrió a la memoria de lo que vivió tanto en Madrid como en Berlín.
“Tuve la fortuna histórica de estar el 18 y 19 de septiembre (de 1989) en la República Democrática Alemana, 40 días antes de la caída del Muro de Berlín, estuve en el Berlín Occidental”, asegura.
De otro lado, la también autora de “Mi recuerdo es más fuerte que tu olvido” y “La sonata del silencio” confiesa que su escritura es “muy espontánea”, por lo cual antes de sentarse a escribir no tiene “el esquema de la historia” ni el argumento.
“Me pongo a escribir y escribo sin saber lo que va a pasar, me dejo llevar por lo que me cuentan los personajes, es como si estuviera leyendo un libro, descubriendo a golpe de teclado lo que está sucediendo”, dice.
Finalmente Sánchez-Garnica se refiere al cambio que ha vivido la sociedad española en las últimas décadas, en las que las mujeres ya no están sometidas a “ser madres y sobre todo esposas, a cuidar del marido”.
“Yo soy consciente del talento y de la inteligencia de muchas mujeres que se ha quedado aplastado bajo ese rol de madre o esposa, tantas mujeres que han tenido que renunciar a su identidad por quedar sometidas a ese rol tan simple”, asevera.
Sin embargo, considera que “se puede ser madre y esposa y se puede ser además una gran científica, una gran médica, una gran abogada y una gran escritora. Eso antes, hace cincuenta años, no se podía en España”. EFE