ELISEO DIEGO. La Habana,  2 de julio 1920-Ciudad México,  1 de marzo 1994.

Foto: Eliseo Diego y Nicolás Guillén.

 ÁLBUM PARA PEGAR LÁMINAS

¿Y no tendrá sentido,
y nada significan,
los mínimos destellos de las láminas
junto al sabor a luz del chocolate
 cuando soplaba duro el cuarto grado?

¿Por qué jamás olvidas
los tigres y elefantes color fiesta,
los galos, los asirios, las legiones,
los zepelines y los áureos globos plácidos,
mientras se van en humo noche adentro
triunfos si pobres tuyos, y catástrofes?

Las diminutas dichas que se aferran
con sus mínimas garras a la vida,
¿serán el porque sí de todo?

VOY A NOMBRAR LAS COSAS…

 Voy a nombrar las cosas, los sonoros

altos que ven el festejar del viento,

los portales profundos, las mamparas

cerradas a la sombra y al silencio.

Y el interior sagrado, la penumbra

que surcan los oficios polvorientos,

la madera del hombre, la nocturna

madera de mi cuerpo cuando duermo.

Y la pobreza del lugar, y el polvo

en que testaron las huellas de mi padre,

sitios de piedra decidida y limpia,

despojados de sombra, siempre iguales.

Sin olvidar la compasión del fuego

en la intemperie del solar distante

ni el sacramento gozoso de la lluvia

en el humilde cáliz de mi parque.

Ni el estupendo muro, mediodía,

terso y añil e interminable.

Con la mirada inmóvil del verano

mi cariño sabrá de las veredas

por donde huyen los ávidos domingos

y regresan, ya lunes, cabizbajos.

Y nombraré las cosas, tan despacio

que cuando pierda el Paraíso de mi calle

y mis olvidos me la vuelvan sueño,

pueda llamarla de pronto con el alba.

la página en blanco

Me da terror este papel en blanco
tendido frente a mí como el vacío
por el que iré bajando línea a línea
descolgándome a pulso pozo adentro
sin saber dónde voy ni cómo subo
trepando atrás palabra tras palabra
que apenas sé qué son sino son sólo
fragmentos de mí mismo mal atados
para bajar a tientas por la sima
que es el papel en blanco de aquí afuera
poco a poco tornándose otra cosa
mientras más crece la presencia oscura
de estas líneas si frágiles tan mías
que robándole el ser en mí lo vuelven
y la transformación en acabándose
no es ya el papel ni yo el que he sido.

EL DÍA DE LOS OTROS
 
Cuando por fin mañana sea de veras,
cuando mañana sea mañana,
definitivamente la mañana de los otros,
qué poco va a importarte a ti
lo que empezaste con afán ayer
y era imposible que nadie sino tú
con afán le diese fin a tiempo.
Cuando mañana sea mañana.
 
Cuando por fin amanezca el día de los otros,
absolutamente el día en que no estás,
qué solos van a quedarse tus zapatos,
y sabiendo que a ti qué más te da
colgarán tus camisas de las perchas
con cuánto imaginario desconsuelo.
Porque cuando amanezca el día de los otros
de veras que va a darte qué más da.
 
Suponte entonces otra forma de ser tú
Mientras los otros huelen el sol que ya no ves
y piénsate un estar que no es aquí
donde no escuchas la impertinencia del reloj
y llámalo la eternidad.
Cómo pensar que entonces no va a importarte tu mujer
Ni te harán gracia las bromas de tus hijos ya
porque no sabes tú de ti ni qué.
 
Y así no entiendes tú la eternidad –ni yo.

NO ES MÁS

por selva oscura… 

Un poema no es más 
que una conversación en la penumbra 
del horno viejo, cuando ya 
todos se han ido, y cruje 
afuera el hondo bosque; un poema

no es más que unas palabras 
que uno ha querido, y cambian 
de sitio con el tiempo, y ya 
no son más que una mancha, una esperanza indecible; 

un poema no es más 
que la felicidad, que una conversación 
en la penumbra, que todo
cuanto se ha ido, y ya
es silencio. 

Los trenes

¿Adónde han ido los trenes
llenos de fama y poder,
cuya elocuencia fue ayer
la gloria de los andenes?
Cuando por la tarde vienes
cruzando el año perdido,
¡cómo extrañas el silbido
anhelante, noticioso,
que desdeñaba el reposo
y majestad del olvido!

 

Calma

 Este silencio,
 blanco, ilimitado,
       este silencio
del mar tranquilo, inmóvil,

        que de pronto
rompen los leves caracoles
por un impulso de la calma,

        ¿se extiende acaso
de la tarde a la noche, se remansa
tal vez por la arenilla
de fuego,

 la infinita
playa desierta,
      de manera
 que no acaba,
quizás,
       este silencio,

 nunca?

 El pez

Un pez de fuego atraviesa el tumulto de las nubes y la ira de las tinieblas/ –un pez de fuego, semejante a los que en su inocencia cruzaron el obstinado furor del Diluvio/Un pez, un pez radiante que atraviesa la locura del espacio enorme/tan suavemente/ como la flecha eriza el lívido reino de la luna.

COMIENZA UN LUNES
 
La eternidad por fin comienza un lunes
y el día siguiente apenas tiene nombre
y el otro es el oscuro, el abolido.
Y en él se apagan todos los murmullos
y aquel rostro que amábamos se esfuma
y en vano es ya la espera, nadie viene.
La eternidad ignora las costumbres,
le da lo mismo rojo que azul tierno,
se inclina al gris, al humo, a la ceniza.
Nombre y fecha tú grabas en un mármol,
los roza displicente con el hombro,
ni un montoncillo de amargura deja.
Y sin embargo, ves, me aferro al lunes
y al día siguiente doy el nombre tuyo
y con la punta del cigarro escribo
en plena oscuridad: aquí he vivido.

 ARTESANOS

Pules y pules, ves, el duro verde
hasta que al fin brota. Le has querido
forma de pétalo.
(Más tarde
alguien, sagaz, dirá: el hacha
tiene forma de pétalo).

A solas
pules y pules en la luz de octubre
hasta que asoma el alma de la piedra
en un hoy sonriente.
Lejos
está mañana, como lejos
ayer quedó contigo.

Sólo el alma
sonriente de la piedra verde
brilla en el hoy de siempre.

ESTA MUJER

Esta mujer que reclinada
junto a la borda inmóvil de su casa
soporta con las manos arrugadas
el peso dócil de su tedio,
sólo escuchando el tiempo que le pasa
sin gracia ni remedio.
Esta mujer, desde la borda
blanca de su balcón, que el patio encierra,
mira correr, ansiosa y sorda,
la estela irrestrañable de la tierra.