Escrito por: Briseida Sánchez Castaño.

Un año después de esta carrera, la más absurda que ha vivido la especie, corriendo y huyendo para que no me alcance el SARS-CoV-2, trescientos sesenta y cinco días  escondiéndome tras una máscara azul, intentando evitar que las goticas entren por mi nariz, mi boca o mis ojos, tan largo me ha resultado este tiempo, intentando adivinar en que baranda, en que  puesto, en que lapicero, en que teclado, en que fruta,  en que manos está el virus invisible pero mortal, un año sintiendo el cerco de la muerte, los gráficos mostrando la cifra de fallecidos en progreso, al principio, viendo pasar, la muerte de extraños, luego de conocidos, después los vecinos, los amigos, los familiares, la muerte rodeándome, asediándome, intentando alcanzarme y yo tratando de escapar, intuyendo el lugar donde se encontraba escondido para huir, deslizándome por entre él  sin que me tocara, en cada salida, en cada encuentro,  matándolo con jabón cuando alcanzó mi piel tantas veces, emborrachándolo con alcohol cuando se coló en mis manos, adivinándolo siempre antes de que entrara por mi boca, por mi nariz y por  mis ojos, un año de soledades infinitas, de citas incumplidas, de encuentros cancelados, de besos rechazados,  de abrazos no dados, de sobresaltos cuando alguien estornudaba o tosía, un año de fiestas solitarias  en compañía de mi sombra y estrellas mirándome solo a mí, un año haciéndole fuerza a la ciencia y rogando para que a la luz de microscopios y tubos de ensayos, lograran desarrollar los anticuerpos perfectos que combatirían al virus y que se constituiría en la vacuna más anhelada que haya deseado la humanidad. Soy un hombre rico, tengo 70 años, vivo en un país del primer mundo, y hoy es el día más feliz de mi vida, hoy  la ciencia me ha dado la posibilidad de quedarme aquí del lado de los vivos por veinte años más viendo este espectáculo que significa estar vivo, ya no moriré por Covid, ya no fui una cifra más en esta pandemia, ya mi muerte futura será solo mía y no una más entre tantas, ¡hoy por fin me he vacunado contra el rey de espigas!