CUENTO – AÑO 2006

Mi madre estaba pensativa. Le pregunté en qué  podía ayudarle. Ella me dijo, que la tía Elena le avisó que, de paso hacia la costa vendría a Medellín y estaría  con nosotros todo el día, para luego continuar su viaje en el bus que salía a las 6 de la tarde. Su preocupación era, porque en mi casa escasamente teníamos el dinero para vivir y comer nosotros, cosa que no fue capaz de decirle a ella. La tía Nena, no conoce a Medellín y está convencida de que ésta será su mejor oportunidad. En ese momento se me vino a la cabeza mi alcancía con menuda, que ya está pesada. La abrí en presencia de mi madre y tenía en total tres mil setecientos cincuenta pesos. ¡Listo, tranquila mamá..!, le dije. Mi madre me sobó la cabeza y me dijo: ¡Hijita, con esto no hacemos nada…! Mamá, déjame el problema a mí… Llama a mi tía y dile que listo, que la recogeremos en la terminal de transportes del norte. Allí, a nosotros nos queda cerca y bajaremos a pie…

Así lo hicieron y la tía llegó al otro día, a las 11 de la mañana. La recibimos, la abrazamos y le dijimos que la llevaríamos a conocer a Medellín, en el poco tiempo de permanencia aquí. Dejamos su equipaje registrado en la misma terminal, para el bus de las seis y nos fuimos cómodas, sin nada en la mano.

Fuimos a la estación Caribe, muy cerca de la terminal. Compramos tiquetes para las tres. Pagué 3.450 pesos y tomamos la ruta hacia Itagüí. A medida que recorríamos le mostrábamos el centro, la Plazuela de Botero, Plaza mayorParque de la Luzla Zona Industrial, la Autopista; en dónde quedaba Envigado, en dónde Itagüí, etc. Luego, bajamos y tomamos el metro de retorno al centro y le enseñamos, con vista para el otro lado, lugares similares. En la estación del metro nos bajamos y tomamos el que nos llevaba con dirección a La Floresta. En ese recorrido le mostramos La Setenta, El Estadio, La Torre del Ajedrez, etc. Y a nuestra tía se le veía impresionada y dichosa…

Nos bajamos y tomamos el de retorno al centro y por el otro lado le mostramos a Makro, Carrefour, Las Ciclo Rutas, etc. y más contenta se veía la tía. Nos seguimos de largo, sin bajarnos en el centro y el metro continuó: le mostramos la Universidad de Antioquia, la Terminal de Transportes por el otro lado, La Feria de Ganados y le señalamos por dónde quedaba Bello.  Nos bajamos en la Estación Acevedo. Allí tomamos el metro cable y a la tía todo le parecía ya un sueño. Subimos a Santodomingo, nos bajamos. Tomamos el metro cable de retorno. Desde allí, como en un avión, nuestra tía contemplaba toda la ciudad y continuaba tomándole foto a todo, preguntando y escuchando…

Nos bajamos, tomamos de nuevo el metro y nos fuimos a la terminal de transportes. Cuando llegamos, ya hacía hambre. Como aún me quedaban trescientos pesos, les invité a comer empanadas. Pero mi tía, abrazándome, me dijo: ¡no querida sobrina, gracias!, no tengo tiempo ya: ¡son las seis y perdería el bus!, no tengo con qué pagarles este grandioso e inolvidable programa que me tenían preparado. Nunca creí poder conocer tanto de Medellín, en tan poco tiempo. Y en ese momento nos abrazamos, la despedimos, lagrimeamos todas de emoción y le deseamos un feliz viaje…

Cuando llegué a la casa, en el bolsillo de mi blusa tenía un billetico de 10.000. Seguramente me lo echó la tía, cuando me abrazó… De inmediato lo metí a mi alcancía, con los trescientos pesos que me sobraron: mi mamá me estaba viendo y sonrió…

 

Imagen de presentación para este cuento, coloreada y recortada después de haberla tomado de la página webhttps://www.supercoloring.com/es/dibujos-para-colorear/familia-dos-mujeres-y-nino