Por: Briseida Sánchez Castaño.

Tengo cuarenta y cuatro años, estoy consciente, debería estar inconsciente, llevo varios días conectada a un ventilador mecánico, me despierto dentro de mí, nadie lo sabe, veo la oscuridad de mi mente, la primera percepción es una especie de abotagamiento y presión en mi garganta, me desespero, intento moverme, no lo logro, emito un gemido, intento gritar, no me oigo, me canso,  escucho una voz muy cerca de mí que dice, ¡enfermera administremos un poco más de sedante a la paciente de la cama tres!,  me duermo, pasan quizá minutos, horas, días, no lo sé,  despierto por dentro de nuevo, siento algo que aprieta mi garganta, me la obstruye, no respiro, pero oigo el ritmo regular de una máquina insuflar  bocanadas de aire, luego siento una especie de descanso a mi ahogamiento, cuento el ritmo del soplo de la máquina que nunca para y por fin me acostumbro a no esforzarme por inspirar y que a pesar de no hacerlo no siento su falta, el oxígeno me llega, comprendo entonces que estoy viva, intubada, conectada a un ventilador, es raro no respirar por cuenta propia cuando siempre fue el hecho más natural y fácil de hacer, el que nunca fallaba cuando todo fallaba y con el que contaba incluso si estaba dormida, percibo mentalmente un sobrecogimiento, lloro dentro de mí, nadie oye mi llanto, solo yo, es un llanto sin lágrimas, un llanto con los ojos cerrados, un llanto abstracto pero la aflicción se siente igual,   siento frío en mi espalda, no puedo moverme, me doy cuenta que mi cuerpo está puesto boca abajo y mi cara lateral contra la sábana, hay una arruga en la tela que me aprisiona la piel, me desespero otra vez, escucho la voz que dice, administremos sedante a la paciente de la cama tres, me duermo, no sé cuánto tiempo pasa, otra vez estoy consciente, escucho claramente el ruido de las alarmas de los monitores, la máquina sigue insuflando, advierto la aprensión en mi garganta pero ya no me asusta, entiendo que estoy en una unidad de cuidados intensivos y que por alguna razón que no comprendo salgo del coma inducido en el que me sumerjo cuando me aplican la medicación que ordena la voz que oigo, ellos no saben que de vez en cuando me despierto y entiendo todo aunque no puedo mover ni un solo dedo, entiendo que estoy viviendo una batalla campal dentro de mí; el SARS-CoV-2 contra mis anticuerpos, en este momento me va ganando el SARS, es un combate donde mi mente no puede ayudar y amenaza con quitarme el cuerpo que necesito para poder poner a caminar la idea que tengo de mí allá afuera, dependo completamente de otros, recorro con mi mente todo mi cuerpo, mis pies sé que están helados aunque no los toque, la sábana no los cubre por completo, nadie se percata de que están fríos, quisiera doblarlos para descansar, mi cuello me duele, esta posición me cansa, no quiero desesperarme, si lo hago comenzarán a sonar las alarmas y se darán cuenta que estoy despierta y me pondrán el sedante de nuevo, no quiero permanecer probablemente los últimos días de mi vida dormida, lloro otra vez por mí, un llanto mental, sin lágrimas, un sobrecogimiento interno, llega alguien y empieza a ejercitar mis piernas, me las dobla sobre sí mismas, siento un gran alivio, no me habla, quizá cree que no le escucho, empieza a sonar una melodía, la conozco, Misterios del Bosque de Chopin, comienzo a llorar otra vez  dentro de mí, quiero un cuerpo, lo necesito para poner este pensamiento, el razonamiento sin cuerpo es una sentencia,  entiendo que es una enfermera la que me está tocando, frota todo mi cuerpo con una esponja tibia, me siento aliviada y agradecida, siento ajetreo en mi cuerpo, intentan retirar las sábanas y poner unas nuevas, la arruga de la sábana nueva desaparece, me cambian de posición, me ponen soportes en mis articulaciones, terminan, se van y con ella la melodía, parece que la pone en su celular mientras me atienden, me duermo, no sé cuánto ha pasado, me despierto por dentro de nuevo, quiero que vengan con la interpretación musical y la terapia de la mañana, muero por ese momento, llega de nuevo Misterios del Bosques, entiendo que hay otro día, navego por encima de esas notas musicales, me sumerjo en ese enigma que el ser humano no ha podido comprender, este misterio del mundo en el que nos hallamos, ¿ cuáles son los secretos ocultos que tiene el universo? ¿cuál es la esencia del universo? ¿tiene el universo un autor? ¿de verdad todo termina cuando morimos? ¿cómo son los otros seres que hay en los otros universos, serán amigables, sentirán el amor como nosotros lo hacemos? ¿cómo interpretar que antes del Bigbang no existía el tiempo ni el espacio? ¿acaso enfermarán y morirán como nosotros o tendrán ya el tratamiento para un virus como este?

Siento de nuevo la esponja tibia en mi piel, los ejercicios, me he acostumbrado a este estado, espero ansiosa que llegue mañana para escuchar la melodía, me duermo, nunca más vuelvo a despertarme por dentro.