Bogotá, 2 abr (EFE).- Los campesinos colombianos sembraron el año pasado 101.188 hectáreas de cultivos genéticamente modificados, un aumento de 13.071 hectáreas que significó un crecimiento del 15 % frente a 2018, según cifras del Instituto Colombiano Agropecuario (ICA) divulgadas por la organización sin ánimo de lucro Agro-Bio.

Los cultivos estuvieron repartidos en 88.268 hectáreas de maíz, 12.907 de algodón y 12 de flores azules, mientras que los departamentos que lideran las siembras son Meta con 28.662, seguido de Tolima (24.874) y Valle del Cauca (16.354).

El maíz genéticamente modificado “sigue siendo el de más acogida en el país con una tasa de crecimiento de 19.2 %”, y el de algodón transgénico tuvo un índice de aumento de hectáreas del 7 %.

Según el reporte de Agro-Bio, en 21 de los 32 departamentos del país ya “le apuestan al uso de semillas mejoradas para obtener un mejor rendimiento por hectárea, mayores ahorros y más beneficios ambientales”.

En 2019, Meta fue el departamento que más sembró maíz transgénico, con 28.662 hectáreas, seguido del Tolima (18.453) y Valle del Cauca (16.052).

Con respecto al cultivo de algodón transgénico, la región que lideró los sembrados fue Tolima con 6.421 hectáreas, seguido por Córdoba con 3.817 hectáreas y por Huila con 1.831.

De otro lado, la directora ejecutiva de Agro-Bio, Andrea Uscátegui, manifestó que en “tiempos inciertos” que vive el mundo por la pandemia del COVID-19 es fundamental que se mantenga el crecimiento de la industria agrícola para alimentar a la población del país.

“Los agricultores tienen más presión que nunca para ser más productivos y sostenibles y, para lograrlo, requieren las mejores tecnologías y el uso de las mejores prácticas en campo”, expresó.

Agregó: “Casos exitosos como el maíz y algodón con semillas transgénicas han demostrado que se puede crecer en productividad para incrementar la producción nacional”.

Esto, dijo Uscátegui, hará que el país dependa “cada vez menos de las importaciones” y sea más competitivo.

“Se puede incrementar la rentabilidad y mejorar las condiciones sociales de la población rural, así como ser más amigables con el ambiente y mantener una producción sostenible de alimentos”, señaló. EFE

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