El recibo, el recibito o el papelito: “la corrupción de bajo perfil”

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EDITORIAL

“Señor: ¿necesita recibo?” “Necesita recibito? “Necesita algún papelito?

En Colombia se dan unas corrupciones de bajo perfil que por falta de educación y control acucioso de la DIAN, se convirtieron ya en flagelos de alto calibre. Hacemos referencia a la OBLIGACION DE EXPEDIR FACTURAS EN LAS FORMAS AUTORIZADAS POR LA DIAN.

Como toda obligación legal que no se controla, se volvió costumbre en muchos restaurantes, estaciones de gasolina, tiendas, almacenes y ferreterías del centro, de barrios y de carretera, no expedir facturas para las ventas de contado. Como si nada.

Al pagar el valor de lo comprado, en algunos establecimientos de los mencionados, mientras cuentan el dinero o traen “la devuelta”, de manera muy decente y tímida (pero corrupta), preguntan: “¿Necesita recibo” ?, con la esperanza de que el cliente conteste NO. En otros establecimientos es peor: van recibiendo la plata, y ¡el que sigue!. Peor, porque ni siquiera hacen la pregunta ni entregan nada aparte de “la devuelta”. Y en los restaurantes en general, formulan la pregunta después de haber preguntado y recibido el sí: ¿le incluimos el servicio?

Se sabe que el documento RECIBO o RECIBITO, no existe en ningún procedimiento tributario. Esos RECIBOS O RECIBITOS O PAPELITOS solo tienen aplicación en talleres de reparación y mantenimiento de ollas, zapatos, planchas o cafeteras, al momento de entregarlos, para que no haya dudas al reclamarlos una vez reparados. De paso, allí tampoco dan Factura y ni siquiera preguntan si necesitamos papelito, porque ni papel o bolsas tienen para empacar.

Mientras la DIAN resuelva asumir esta obligación, y por el amor a Colombia, deberíamos hacer una campaña de educación, absteniéndonos de comprar en los establecimientos que aún siguen preguntando si necesitamos un recibo o un recibito o un  papelito. Porque de manera simple, lo que se necesita es QUE EN NOMBRE Y NIT DEL NEGOCIO EXPIDAN UNA FACTURA EN LA FORMA AUTORIZADA POR LA DIAN, QUE CONTENGA POR LO MENOS: valor de lo que se compra, la propina que cobran y el impuesto que tienen que entregarle a la DIAN.

Entre tanto, son corrupciones de bajo perfil que, multiplicadas, conforman un flagelo de alto calibre: porque quien vende y no factura, se está robando el impuesto…