Jaime Ortega Carrascal

Medellín (Colombia), 2 oct (EFE).- El oficio del periodismo está más vigente que nunca pero tiene el enorme desafío de captar la atención de las audiencias en una época en la que impera la brevedad en la información y proliferan las noticias falsas, coincidieron expertos reunidos en el Festival Gabo que comenzó este miércoles en Medellín.

Los retos del periodismo libre e independiente, que van desde su sostenimiento económico hasta el mantenimiento de su credibilidad, fueron abordados en el panel central de la primera jornada del festival alrededor de la pregunta “para qué hacer periodismo”.

“El periodismo es una herramienta esencial, insustituible, para una sociedad que requiere estar informada. Una sociedad no puede ser tal si no lleva el componente de la información”, manifestó la periodista mexicana Carmen Aristegui.

Aristegui compartió tarima con la directora del diario español El País, Soledad Gallego-Díaz, y con el periodista brasileño Pedro Doria, en una conversación moderada por Jaime Abello Banfi, director general de la Fundación Gabo, antigua Fundación para el Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI), organizadora del festival.

Abello dijo que con el panel se “apunta a lo esencial” de un oficio que hace frente a “múltiples crisis”, tanto políticas como económicas y de pérdida de audiencias.

“Hoy nos compiten desde todos lados, los expertos y también los creadores de mentiras. Estamos en un escenario comunicacional en que el ruido es enorme”, afirmó.

Al respecto, la directora de El País aseguró que el periodismo está sometido a una campaña de desprestigio de la cual las noticias falsas son solo una manifestación.

“Las noticias falsas han existido siempre, en el siglo XVIII con los pasquines, (también) en el siglo XIX, lo que es nuevo en el siglo XXI es que las noticias falsas no se producen de manera esporádica, ahora es una estrategia de desinformación que lo primero que necesita es desprestigiar el periodismo”, manifestó.

Esa realidad, que tiene como principal agente conductor las redes sociales y su capacidad para llegar a distintos tipos de públicos, se ha vuelto un problema general por lo que no cree que el afán de desprestigiar al periodismo “sea un problema específico de España, de México o de Brasil”, sino que responde a intereses de todo tipo.

“No creo en la teoría conspirativa del Estado, de gente que se sienta detrás de una mesa y decide cosas”, añadió.

Al respecto, Doria explicó que la elección hace un año de Jair Bolsonaro como presidente de Brasil es una muestra del poder que tienen las redes sociales para influir en un electorado, sin importar si para ello se recurre a noticias falsas.

Según el periodista, mediante las redes sociales la campaña de Bolsonaro “tenía acceso a miles de grupos con características muy específicas” entre los cuales había evangélicos, nostálgicos de la dictadura militar (1964-1985), gente obsesionada con el liberalismo económico, entre otros, y “construyó narrativas específicas para cada uno de estos grupos” para ganar la elección.

“La práctica, en esencia, fue fragmentar la información, de modo que cada uno de los votantes lo hizo por un Bolsonaro distinto”, dijo.

Esa táctica sigue vigente con otros métodos, como “la estrategia de bombardear la credibilidad del periodismo”, de la que dijo que es “un trazo fundamental de la política hoy”.

“Estamos en un periodo de crisis de la democracia en Occidente y nuestra misión como periodistas es encontrar el camino para la sostenibilidad económica (de los medios de comunicación) y para construir historias que sean capaces de seducir al público de nuevo porque si no conseguimos esto van a surgir más y más Bolsonaros, demagogos radicales”, afirmó.

Su apreciación fue respaldada por Aristegui, quien consideró que los medios de comunicación tienen como reto conquistar más audiencias para que la gente tenga acceso a información de calidad que le permita tomar mejores decisiones.

“Hoy tenemos una dinámica vertiginosa impresionante, una tiranía de la brevedad”, dijo sobre la tendencia mundial a “informarse” de cualquier manera, que definió también como “la tiranía del clic”.

En ese sentido, dijo que le parece “gravísimo” que se utilice la tecnología para acceder a los datos personales y a la información que les llega a los ciudadanos y de esta forma “enviarles información específica y así impactar en las elecciones”, método usado no solo por la campaña de Bolsonaro sino también por la empresa Cambridge Analytica.

Por todo ello, la directora de El País, a su turno, renovó su confianza en el periodismo serio como la herramienta más efectiva para que la gente se informe bien.

“Sigo creyendo que hacer periodismo es el instrumento para ayudar a formar ciudadanos capaces de tomar sus decisiones”, afirmó Gallego-Díaz, quien subrayó que la gente no necesita solo enterarse de las noticias sino acceder a la información más completa posible.

La séptima edición del Festival Gabo, que se celebra hasta el viernes en Medellín, es un espacio de reflexión sobre las transformaciones del periodismo y mañana premiará las mejores historias de Iberoamérica en las categorías de Texto, Imagen, Cobertura e Innovación.

En la misma gala se entregará el Reconocimiento a la Excelencia al fotoperiodista colombiano Jesús Abad Colorado, mientras que Luis Enrique Rodríguez, director alterno del servicio informativo de Caracol Radio, recibirá el Reconocimiento Clemente Manuel Zabala a un editor colombiano. EFE

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