Hoy me fui al supermercado sin saber si era mi pico y cédula o no.

Hice mi compra que era pequeña, y cuando estaba en la fila para pagar, entre buscar la plata y guardar el celular, se me cayó mi billete de $50.000 que tenía para pagar, y el señor que estaba al frente mío terminando de pagar sus compras en la caja, lentamente se agachó y agarró mi billete.

“Cuánta gentileza en tiempos de pandemia” pensé. Le extendí mi mano esperando que me lo diera, tratando de estar lejos para que se sintiera seguro mientras le agradecía el gesto. Hasta que el señor me dice lo siguiente:

“¡Lo que se encuentra en el suelo es de quien lo encuentra!”.

Bastó un segundo para enfurecerme, mi sangre sayayín 😠fue difícil de controlar como suele pasarme.

La ironía, el olor a alcohol glicerinado y la cara arrugada de ese viejo, se convirtieron en una pintura surrealista delante mío.

De repente, él se fue… naturalmente, como si nada malo hubiera pasado.

Miré a la persona que estaba detrás de mí y a las que estaban al lado y ellas me respondían con una mirada atónita e incrédula, susurrando cosas entre sí.

¡El hombre se fue llevándose mis 50 lukas!😣! ¿qué tal esa gran *😖🐍🦎🕷🙈😡?

¡Me dio una rabia casi incontrolable!

Se me subió la sangre a la cara🤬 y ya no de vergüenza, quería hacer justicia por cuenta propia…¡Me entró el Colombiano malandro que habita en mí!

¡Ni siquiera pensé en la pandemia!😓.

Dejé mis compras porque no había forma de pagarlas (había dejado mi tarjeta en casa), y me fui tras él hasta el parqueadero para que me devolviera mi billete.

Cuando me di cuenta, las personas que estaban más cercanas en la cola vinieron tras de mí, curiosos por saber qué pasaría…

Y medio se armó el alboroto, la gente comenzó a juntarse. El viejo me miró con desprecio y actuó como si fuera invisible.

Cuando él llegó a su carro, colocó lentamente sus dos bolsas en el suelo para buscar la llave y abrir el baúl.

Pensé: “¡Es ahora o nunca!”…

Le agarré las bolsas de compras y le dije sus mismas palabras: “¡Lo que se encuentra en el suelo es de quien lo encuentra!” y salí corriendo por el parqueadero hacia la salida entre el susto y la risa😂,  ¡orgulloso de la revancha!

Los mirones comenzaron a aplaudir; medio vi que el hombre se emputó y salió del parqueadero  tumbando los conos por su camino.

Sentí ese pico de adrenalina, susto y nerviosismo, pero después casi me ahogo de la risa (de esas nerviosas), y me fui…

Cuando llegué a la casa, abrí las bolsas y encontré:

-3 kg de lomo de res

-1 kg de salmón

-Aceitunas verdes y negras

-Jamón, queso y yogures de dos sabores, sin lactosa

-1 pan integral

-1 frasco de aceite de oliva

-2 botellas de vino blanco

-2 frascos de nutella

-2 kg de chorizo parrillero

-12 panes franceses

-1 frasco de mayonesa

-1 frasco de mostaza

-1 Libra de queso

-1 Libra de jamón

Nunca en la historia de mis compras fueron tan bien aplicados y rentables $50.000 como los que me robó el viejo loco.

Y ahora aquí estoy… tomándome un vinito, comiendo y pensando mientras escribo: ¿soy un justiciero o una persona vengativa?🤔

¿Lo leíste hasta aquí?

Obviamente esto no es real. ¡Estamos en una campaña de promoción a la lectura!

¿Has leído durante la cuarentena?

La lectura estimula nuestra mente e imaginación, nos hace viajar a otros lugares y ayuda en la comunicación.

Copia, pega y roba una sonrisa 😀 de tus amigos que están en estrés con este confinamiento y con tantas cosas raras.

– Cuento escrito y circulado por las redes

Por Ivan Dario Jiménez A.

Enviado desde mi iPhone