Por: Briseida Sánchez Castaño.

Hoy enterré al último ser humano del planeta que murió por Covid, una pandemia que desató la tragedia, el desenlace de una especie que llevaba ciento cuarenta mil años habitando este lugar. El fin de la humanidad llegó por fin,  amenazó tantas veces con venir, que ya no le creíamos, ¿qué pasará con tanto vacío?, soy el último fantasma que ha muerto en esta pandemia, sobrevuelo la tierra  con unas alas que pronto desaparecerán, desde esta altura desierta veo las largas avenidas con autos quietos y puestos unos tras otros en filas  eternas que no tienen un final, algunos todavía con sus farolas encendidas pero ya desvanecidas, otros intermitentes; veo  rascacielos y edificios como moles de cemento despobladas  con un color pálido que lo da la soledad que los habita, ventanales cuyas cortinas son movidas por el viento que les pega, semáforos intermitentes anunciando un final, sobrevuelo el campo, el espeso bosque, todavía hay vida animal  que se pasea por andenes y me pregunto por cuánto tiempo sobrevivirán; puentes colgantes y grandes estatuas adornan lo que se ve como un gran pesebre desolado, me voy al mar y aeroplaneo sobre él, tanto que el choque de sus olas me chispean con agua salada, la vida marina permanece intacta y sabrán sobrevivir sin humanos y estarán mejor, veo las centrales nucleares y los misiles tan aquietados pero listos para ser lanzados, miro los hospitales y la catástrofe recién ocurrida allí, seguramente todavía con cuerpos tibios y tiesos que no alcanzaron a ser enterrados o cremados. La humanidad tuvo su fin en una última batalla campal que se libró en los hospitales donde morían los últimos hombres y mujeres y también en los laboratorios donde la corrida era para construir la vacuna antes de que muriera el último ser humano a causa de esta pandemia, tubos de ensayo, buretas, placas de Petri todavía tibias y recién abandonadas por las manos de los científicos. Una pandemia que duró diez años, los primeros recuperados fueron alcanzados por segunda vez y murieron, los que superaron la segunda, los alcanzó la tercera o la cuarta más letal, nadie pudo escapar al azar de toparse con la versión que si mataba. ¿Qué seguirá después de esta desaparición? ¿Podrá volver a coincidir lo que debe concordar para que nuevamente se genere una célula que al evolucionar pueda volver a dar luz a una nueva especie humana?, ¿los que lleguen serán mejores o parecidos o distintos o iguales al ser humano que acaba de desaparecer?, ¿podrán descubrir que estuvimos alguna vez aquí y que la causa que originó nuestra desaparición fue por un virus con corona de espigas que nos atacó por la costura más frágil y nos ganó?

El color de esta soledad, no se parece a ninguna otra, esta soledad es de un color barroso e incorregible, un color que no tiene más oportunidades, es un final más final que todos los finales.