Por: Briseida Sánchez Castaño.

Es lunes, día de trabajo, el reloj despertador suena, abro los ojos, son las 6 de la mañana, la primera sensación que advierto es que estoy hirviendo, entro en un pánico atroz, en este contexto del Covid es lo que he estado temiendo últimamente, que un día tenga síntomas, pero hoy es real, me asusta la idea de tener coronavirus, intento pararme, mi miedo aumenta por la debilidad que noto en mis  piernas para mantenerme en pie, he repasado todos los días imaginariamente una tragedia así, pero hoy es de verdad, se más de Covid que cualquiera, he leído todo sobre el, estoy verdaderamente enfermo, ¡ por Dios, me he contagiado ! me quedo en la cama mirando al techo, soy tipo de sangre A positivo, según lo que he leído podría ser uno de esos que se complican y llegan a la UCI, en cualquier momento puedo comenzar a empeorar, tengo miedo, mucho miedo, se cómo evoluciona, sé que el virus lleva en mi por lo menos cinco días para que hoy se manifieste, desde que entró se están multiplicando cien veces por día cada virus y entran millones,  no lo puedo detener, ya no lo puedo lavar de mis manos ni mi piel, está adentro, muy adentro; el SARS-CoV-2 está pegado a mis células y ya está engañando a mi cuerpo haciéndole creer que  son  células buenas,  mi sistema lo está ayudando a multiplicarse, llamo a la línea de atención, me responde un enfermero de triage, me dice que durante el día llegará un equipo de salud que me hará la prueba, toco mi cuello, noto cierta sensibilidad en mi garganta, me siento verdaderamente mal, me llaman de la portería, me informan que el equipo ha llegado, debo ir a abrirles, intento pararme de la cama con mucha dificultad, camino muy despacio, estoy agotado, abro la puerta, la dejo abierta, luego busco la mascarilla que tengo colgada en mi perchero, me la pongo, oigo en la puerta a uno de los integrantes del equipo,  les digo que sigan, veo tres personas vestidos con el traje espacial, no veo sus rostros, me indican que harán la prueba en la sala porque está más ventilada, me siento en un sillón, el médico comienza a auscultarme los pulmones, la enfermera toma los signos vitales y me toma una muestra de sangre,  la terapeuta alista los insumos para tomarme la muestra, son como robots, coordinados, casi no hablan, la terapeuta introduce una sonda de plástico por mi nariz, una vez allí inyecta suero, siento una especie de ahogamiento momentáneo, rápidamente saca la sonda y  pone el líquido que lavó mi nasofaringe en dos tubitos de ensayo, el médico me dice que la entrevista me la hará más tarde por telemedicina, se van muy rápidamente, me quedo solo, pienso en mi hipertensión, sé que se convierte en un factor predisponente  para complicarme, tengo miedo, no quiero morir, estoy extenuado, regreso a la cama,  me quedo dormido, pronto despierto y miro que solo ha trascurrido una hora, comienzo a toser, estoy apavorado, he visto como los pacientes se complican en horas y pierden su vida, ¿qué pasará conmigo? , tengo sed, pero debo ir hasta la cocina por un vaso de agua, está tan lejos, intento pararme, cada paso me duele lo suficiente para saber que algo está muy mal en mí, llego a la cocina, bebo varios vasos de agua, siento mucha fiebre, intentaré tomar un baño, cuando llego al baño del cuarto estoy tan cansado que no puedo ya tomar la ducha, me quedo sentado en la tapa del sanitario un rato, me voy quitando de poco en poco la pijama, tardo mucho tiempo en hacerlo, me paro con gran esfuerzo, entro a la ducha, cae fría sobre mí, no soy capaz de enjabonarme, tomo la toalla y quiero regresar a la cama; ha llegado la tarde, el médico me hace una telellamada, me dice que salí positivo para Covid, mi corazón se quiere desprender del hilo que lo sostiene, me comenta que en los exámenes de sangre que me han hecho, los marcadores bioquímicos, indican que puedo llegar a ser un paciente que podría eventualmente complicarse, me indica que la ambulancia vendrá por mí para llevarme al hospital, que aliste mis cosas,  que esté con mascarilla cuando el equipo venga a recogerme, me pongo a llorar mientras me cambio de pijama, pongo mi celular y mi cargador en una bolsita y además mis gafas, alisto mi cepillo de dientes, una peineta y un desodorante, abro la puerta , llega el equipo de la ambulancia, me suben a la camilla, me ponen un traje azul, un gorro, una cánula nasal y comienzo a recibir oxígeno, me cambian la  mascarilla, me ponen una especie de acrílico sobre la camilla, quedo encerradito en ese túnel trasparente, le doy un vistazo a mi apartamento y pienso que será el último, comprendo que la persona que va en la camilla soy yo  y no otros que he visto por televisión, he leído todas las historias de este coronavirus, la gente que se va al hospital regresa muerta, sola y directo al cementerio, sin sepelio, y luego pasa a marcar en la registradora mundial de esta pandemia, me convertiré en una cifra más que sumará,  me siento débil, pero me alcanza para sentirme triste, veo los esfuerzos del equipo al bajarme en  camilla por las escaleras estrechas de mi edificio, vivo en el piso catorce y sé que no pueden bajarme por el ascensor, cuando por fin llego al primer piso todos los vecinos se asoman por los balcones, otra vez soy consciente  que el hombre que va aquí acostado en esta camilla soy yo y no ningún otro, desde esta posición solo veo el firmamento azul moviéndose, mientras atravieso los parqueaderos externos rodando en la camilla, pienso que podría ser la última vez que vea el cielo azul, veo un ave mirando hacia abajo, el mira hacia abajo y yo hacia arriba, luego soy puesto dentro de la ambulancia, me sujetan con unas correas, suena la sirena, imagino la congestión de tráfico de la ciudad, la ambulancia enciende la sirena para darse paso entre los carros, tantas veces que estuve en la situación de conductor de un carro y tuve que dar paso a una ambulancia suplicando vía con su sirena, y ahora soy yo quien va acá acostado,  ninguno afuera sabe que soy yo quien va aquí con coronavirus y posiblemente camino a la muerte,  pronto estoy entrando al hospital, todos los médicos y enfermeras me abren paso, todos aquí están con el traje espacial, me instalan en una habitación  solo, me canalizan una vena, me ponen líquidos, me instalan el oxígeno, me conectan mi celular a la energía, me lo dejan cerca, me señalan el baño y me explican que la enfermera solo vendrá dos veces por día, que timbre solo si tengo algo grave y me responderán por el citófono que hay instalado sobre mi cabecera, me quedo dormido, cuando despierto veo que solo ha trascurrido una hora, la sensación en mi cuerpo es peor, intento ponerme de lado, me canso, me duele la cabeza, ya tengo el malestar concentrado en mi nariz y mi garganta, ya quiero dormirme y solo despertar cuando esté completamente recuperado, necesito mi cuerpo, el de antes, el que no sentía nada, el que no existía, este cuerpo enfermo existe mucho, no puedo pensar solo sufrir, lo que se siente en el cuerpo está por encima de lo que se piensa todo el día, ha llegado la noche, lo sé porque la pequeña ventana de la habitación se puso oscura, escucho la entrega de turno afuera, paciente de 40 años con Covid 19, marcadores bioquímicos altos, vigilar si el paciente comienza a tener cuadro respiratorio grave, por ahora estable, se van, duermo un rato y luego despierto de nuevo, sufro toda la noche, la enfermera vino una vez con el traje de astronauta, no me habló mucho, le digo que he estado timbrando y no han venido, me dice que hay muchos pacientes, que toma mucho tiempo ponerse el traje y que hay que cambiarse cada vez que entran a una habitación, que todo es demasiado difícil, se marcha, me quedo solo otra vez, la noche es muy larga, por fin amanece, no he dormido nada, comienzo a tener episodios de tos que no me permiten tomar la bocanada de aire, estoy asustado, moriré y mis últimos días serán insufribles, me siento verdaderamente asfixiado, comienzo a tocar el timbre, una y otra vez, moriré solo aquí, entro en pánico, el tiempo me pasa muy despacio,  por fin me habla el citófono de la habitación, me hablan del puesto de enfermería,  le hablo con la voz entrecortada y le digo que me estoy sintiendo muy mal, que no puedo respirar, pido que me ayuden, pasa un momento y llega un equipo de salud de tres personas con el traje, el médico me ausculta y me dice que voy a empezar a empeorar con la dificultad respiratoria, que el procedimiento que sigue es intubarme, me explica que el virus me ha producido una neumonía grave y que debido a mi gran dificultad para tomar el aire, mis músculos respiratorios se agotarán de esforzarse tanto y esto podría llevarme a hacer un paro cardiorrespiratorio, por eso la necesidad de colocar un tubo que me lleve el oxígeno directo a mis pulmones, y conectarme a una máquina que reemplace mis músculos cansados, le pregunto con voz entrecortada que si tengo chance de regresar vivo de esto, me dice que es muy incierto, que harán todo lo posible, que no sentiré nada, que me dormirán y solo me volverán a despertar cuando haya pasado todo esto,  me siento cansado de respirar, me duelen los músculos respiratorios, el ahogo es difícil de sufrir, siento que no podré aguantar, acepto ser intubado, le digo al médico que por favor me vigilen bien cuando esté dormido y boca abajo con el tubo, quiero dormirme ya, mi cansancio no me deja estar triste en esta despedida…

Un mes después me despierto: ¡he sobrevivido!