Por: Balmore González Mira

No por estar repitiendo este mismo escenario se nos debe volver paisaje, la verdad es que hace 20 años se empezó a trazar el desarrollo de Antioquia desde las regiones que hoy tienen la histórica oportunidad de transformar la economía del país y de mucha parte de Latinoamérica. Cuando se empezó a hablar del desarrollo vial dos décadas atrás, decían nuestros progenitores y abuelos que eso no les tocaba verlo, que era una quimera o una ilusión y que ojalá las próximas generaciones pudieran disfrutar de las maravillas de la ingeniería. Queda claro que lo que empezó con el siglo, hoy antes de terminar este primer cuarto del XXl podemos decir que se ha dado parte de la revolución vial que Colombia tanto soñó, que sí no hubiese sido por un fallo torpe en contra de ISA, hoy estaríamos llegando  desde Medellín a Turno en doble calzada. Sin  embargo, asombrados nuevamente los antioqueños por lo que estamos viviendo, parecemos mudos ante la gran oportunidad que nos depara la L del desarrollo paisa. Sí, Suroeste, occidente y Urabá conforman esa ele que tienen esa oportunidad que pareciéramos no entender  y que vemos impávidos como pasa ese meridiano por nuestro territorio para venderlo al mundo como la verdadera Esquina de América. Pero parece que tampoco percibimos el diamante que es Urabá con los puertos y que solo el slogan que van dejando los gobernantes durante sus cuatrienios, se van enterrando al vaivén del juego político de turno.

El Estado, llámese nación, departamento o municipio, es el encargado de articular todos los medios a su alcance para promover las APP, para jalonar las obras públicas, para generar los medios para que la inversión privada desarrolle;  para que haya garantías de inversión, para que los pueblos de manera autónoma planeen su desarrollo;  para que el estado central dé  garantías para la seguridad jurídica; para que los departamentos y municipios reciban y distribuyan sus propias rentas, pero también para que haya un control en el gasto y se incentive la inversión. Seguimos insistiendo y así suene a disco rayado, cómo decimos en estos lares, es la hora, y ahora, o nunca.

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